domingo, 28 de enero de 2024

Cuidad vuestro espíritu

 

Se dice que Mara Truth dio la bienvenida a su primera promoción de alumnas y alumnos con este pequeño discurso:

- En el principio, el ser humano se sintió desvalido frente a la intemperie de la inmensidad desconocida que lo rodeaba y, más allá de su pequeña organización social como grupos itinerantes, nómadas, tribales, supo que debía confiar en algo superior, poderoso, visible e invisible. Para llamar su atención y, tal vez, para asegurarse su beneplácito o gracia, empezó a ofrendar a estas entidades superiores, divinas y poderosas, parte de lo que cazaba, de lo que generaba e, incluso, parte de su descendencia. La vida era abrupta, cruel, carente de emociones que hoy en día disfrutamos como la empatía, la esperanza o la compasión. Entonces existía la protección divina, el dolor, la muerte y la oscuridad de la noche.

Con el paso de los tiempos y la necesidad de que estos grupos de seres humanos, en inicio dispersos y aislados pero progresivamente cada vez más numerosos y fijos, el ser humano enseguida comprendió que todo iba mejor si hacía alianzas con otros seres humanos. Necesitaban cada vez más recursos para subsistir y alimentar a sus gentes. Entonces, un día, se inclina por la guerra para extraer de las comunidades vecinas lo que le hace falta a su clan, a su tribu, a su poblado o, más adelante en el tiempo, a su ciudad estado agraria.

Somos lo que somos, como estados territoriales, con nacionalidades o insignificantes identidades de las que, de una forma extraña a la vez que inevitable, nos sentimos orgullosos, porque en un momento dado la Humanidad, como especie extendida por toda la faz de la tierra, pasa de vivir en grupúsculos humanos a hacerse fuerte y atrincherarse en grandes ciudades estado que, a partir de la aparición en la historia de un soldado sumerio llamado Sargon, se agrupan en imperios.

Buena parte de su cohesión social, a pesar del ataque de enfermedades mortales, pestes o epidemias devastadoras, procede de la labor cohesionadora que efectúan sus religiones en la población. Labor cohesionadora que ordena a la vez que controla a la población y a los distintos estratos sociales en los que es prácticamente imposible ascender. La religión contiene el arte, la espiritualidad, la tradición, el reconocimiento como humanos con propósito trascendente, el mito, el rito, la potencia exaltadora de cánticos y danzas sagrados y, a partir de cierta época, una de las herramientas más poderosas que existen y existirán: la escritura. Recordad la frase “está escrito” y su tremenda contundencia.

La religión pretende la paz y la bendición en muchas de sus tradiciones, politeístas y, a partir del Zoroastrismo, monoteístas, incluso la compasión con el congénere y hasta con el enemigo y, por supuesto, con las clases más bajas, pero algo debe haber en la naturaleza humana que la hace imposible cuando se trata de la colectividad. En el nombre de Dios se han cometido atropellos, tropelías, masacres, carnicerías, abusos, genocidios, infinitas violaciones a mujeres, niñas y niños y otras lindezas difíciles de limpiar de sus, a veces, aparentes nobles propósitos.

La simplificación ignorante y reduccionista de la experiencia religioso-espiritual conforme a “si Dios existe, por qué permite tanta desgracia” unida al progreso de la ciencia y la medicina farmacológica, han ido construyendo sociedades, sobre todo las occidentales, que han erradicado la vida espiritual de la persona en su día a día a la par que han generado una creencia colectiva de fe quasi ciega en la ciencia y en la tecnología. Sustituyendo sin complejos la fe en lo intangible por la fe en lo tangible creado, supuestamente comprobado e ideado por el ser humano con sus recursos únicamente humanos.

Pero al final, queridos alumnos, queridas alumnas, el ser humano es finito y no puede ni podrá vencer a la muerte. Quizás, en algunos casos pueda ganar un poco de tiempo o facilitar la vida diaria, hacerla más llevadera para aquellas personas que sufren de males irreversibles. Y sí, eso también tiene un valor, hay que reconocerlo. Pero, ¿qué es el tiempo cuando hay desesperanza, depresión y desesperación y se ha olvidado por completo la paz interior, la paz de espíritu, la conexión con el ser verdadero y el sentido de la compasión?

La espiritualidad que os propongo, queridos alumnos, queridas alumnas, es un camino de vida con sentido y centro propio, para alcanzar la plenitud de la consciencia y mantener un lazo inquebrantable con la conciencia. Con humildad, constancia, fe y amor presentes en cada momento de vuestras vidas. Del mismo modo que otros campos de conocimiento se trabajan, se aprenden y se desarrollan, el espíritu también. Dedicación, disponibilidad, continuidad, amor y alegría son virtudes de las que el espíritu humano bebe de forma reversible y retroalimentada. Cuidad vuestro espíritu, vuestra mente, vuestras emociones: hacedlo a través del todo que es vuestro cuerpo. Habéis venido a aprender, os daré lo que sé, el resto corre de vuestra cuenta.

Cuidad vuestro espíritu y seréis personas sanas, pacíficas, equilibradas y prestas para aquello que tenga a bien señalaros la Divina Providencia.

Escuchad con vuestro espíritu y se os dará la gracia de vuestro propósito.

¡Aleluya!


Santa Coloma de Gramenet, viernes 23 de junio de 2022 – domingo, 28 de enero de 2024.

Mara Laura Freijo Justo

domingo, 25 de junio de 2023

Conversaciones entre la maestra y la joven Mara VIII

 

La noche estaba estrellada y la maestra y Mara Truth se habían estirado sobre la hojarasca en el claro donde acababan de realizar una meditación de más de tres horas. Miraban, boca arriba, el cielo estrellado mientras una luz tenue de la luna creciente las acariciaba. Entonces, Mara arrancó a hablar con un tema que le preocupaba desde hacía mucho tiempo.

- Maestra, busco el amor pero se esconde. (Risas) Ya lo sé, lo dice la canción, pero es por eso que me viene a menudo y me sorprendo cantándola.

- ¿Hablas del amor de pareja, del amor de compañero o compañera de vida?

- Sí, maestra. A veces, me parece que es como si hubiera nacido con una gemela a la que tengo que encontrar en la vida y, de algún modo, reconocerla.

- Ponte de pie. Muy bien. Ahora haz una escultura con tu cuerpo.

- Muy bien. Haz otra. Eso es. Y otra. Vale, vale.

- ¿Y eso qué tiene que ver con el amor?

- El amor es un sentimiento blando, un sentimiento que invita a la descomposición en el sentido de desarmarse.

- ¿A descomponerse?

- Para ir al amor es imprescindible estar disponible para descomponerse y componerse y descomponerse y componerse… Porque el amor lo que hace es descompornerte para recomponerte.

- ¿Y cómo puedo ablandarme?

- Dejando cualquier tipo de rigidez a un lado. A veces va muy bien hacer el ejercicio de decir sí a todo, a cualquier cosa, aunque no tenga ni pies ni cabeza.

- ¿De verdad?

- Tienes que valorar que lo que aceptas no te perjudicará, pero es una actitud abierta y blanda, comprendes. Despréndete por completo de la necesidad de tener razón.

- Pero, ¿y si me colonalizan?

- Puedes decir sí, esperar a ver qué pasa y preservarte. Por supuesto, no se trata de ser sumisa.

- ¿Cómo, cómo?

Otro ejemplo, la próxima vez trata de aceptar una propuesta de amor aunque no estés cien por cien convencida.

- ¿Seguro?

- Prueba.

- ¿Aunque no me guste?

- El amor no siempre coincide con los gustos, el amor está por encima de gustos y juicios, de ahí que haya que abrir paso a su ola.

- Pero yo no puedo decir sí a cualquiera, no puedo.

- Por eso no llega, y si llega no lo ves. Si estuvieras completamente disponible convocarías al buen amor.

- ¿El buen amor?

- El buen amor no es el amor que queremos es el amor que la vida nos trae porque nos conviene para crecer, evolucionar y limpiar nuestra alma de otras huellas. Es el amor que hay que reconocer y al que hay que entregrarse, querida Mara.

- Maestra, a mí me parece que no estoy preparada para reconocerlo. Me miro y no me veo tan disponible.

- Quizás, quizás, quizás.

 
Mara y la maestra se echaron unas sonoras carcajadas cuya vibración caló tan fuerte entre las ramas que unos petirrojos y
unos herrerillos se asustaron y salieron en desbandada.

- En verdad, lo mejor que puedes hacer es relajarte y dejar que las cosas sucedan. Mejor no ir a buscar lo que ya está y solo falta que se manifieste.

- ¿Dónde está?

- En ti. Porque si en ti no hay amor, ¿cómo quieres que el verdadero amor venga a buscarte?

- Claro que hay amor en mí, maestra.

- Pues tu amor y el amor de la persona que viene se van a encontrar y os van a despertar para que os veáis.

- Ay, qué bonito.

De golpe, Mara empezó a bailar y a canturrear y la maestra la siguió en su danza simbiótica y alegre.

- Voy a confiar – dijo Mara y empezó a girar sobre sí misma cual derviche sufí.

- ¡Baila, Mara!

jueves, 18 de agosto de 2022

Historia antes de la nueva Mara II

 


Una vez, Mara Truth, se encontraba a orillas del río en el que solía meditar, cuando una de sus alumnas más atribuladas se le acercó y le preguntó:

          - ¿Por qué tengo tanto miedo?

    - Detrás de todo miedo está el miedo a la muerte. La muerte es el final irreductible de todo ser humano, el traspaso a otro estado. A veces con dolor y a veces de forma tranquila y entregada. Conviene aceptar la muerte para que el miedo solo sea un instinto de alerta ante el peligro y no un sufrimiento sordo y continuado que al final puede llamar a aquello de lo que intenta huir.

    - Pero, maestra, ¿mo se combate el miedo a la muerte?

    - Viviendo siempre en el presente, en el aquí y el ahora, que es lo único que existe. Haciendo la paz con el pasado e inclinándose con humildad hacia el futuro. Es esencial el momento en el que tras los cadáveres de miles de enemigos imaginarios contra los que has combatido en tus soledades más neuróticas te das cuenta de tu pequeñez, de tu insignificancia, de la mota de polvo que eres en el universo. (Mara Truth hizo una pausa larga y echó una de sus famosas carcajadas.) Te das cuenta que tus sueños de grandeza son tonterías que ha necesitado tu niña interior para llegar hasta donde estás ahora. Y en ese momento, todo cambia. El mar deja de generar oleaje imprevisible y erosionador. Ahí entras en paz y la paz es el gran antídoto contra el miedo patológico.

    - Me parece dificilísimo, maestra.

    - No te apresures, se paciente y comprensiva contigo misma. Escúchate siempre. De veras, sin velos y sin interpretaciones. Encuentra tu ser interior y escúchalo. Despréndete de todo lo que no es tuyo, de lo que has adoptado para sobrevivir en todos estos años. (Mara Truth cogió una de las manos de su alumna entre las suyas.) La vida te irá dejando pistas, huellas, te enseñará el camino. Confía y haz cada día tus rutinas de ejercicio, escritura, silencio, meditación, oración y perdón.


Santa Coloma de Gramenet, jueves 18 de agosto de 2022



domingo, 20 de marzo de 2022

La persona más triste de la Tierra frente a Mara Truth

 

Se dice que una vez Mara Truth tuvo un encuentro con la persona más triste de la Tierra.

- Me han dicho que tú sueles tener respuestas.

- Sí, suelo responder a lo que se me pregunta pero eso no quiere decir que lo que respondo sea lo que se espera o se desea oír.

- Llevo muy triste muchos años y cuando no lloro mi tristeza suelo enfadarme. He cansado a todos mis seres queridos, nadie me tiene en cuenta ya.

- ¿Te tienes en cuenta a ti mismo?

- ¿Qué quieres decir?

- Si te escuchas verdaderamente. ¿Por qué lloras?

- Por todo. Por una ausencia de saludo, por una constestación seca, por un cambio imprevisto…

- No, no, pregunto ¿por qué lloras en verdad?

- No lo sé, lloro.

- Encuentra la raíz de tu tristeza y dale una respuesta. Acógela, escúchala, hazte cargo.

- Todo me afecta.

- ¿Te has preguntado alguna vez cómo sería tu vida sin la tristeza, el enfado y el llanto?

- No.

- Pregúntatelo.

- Me da miedo.

- Tú eliges. Puedes cambiar la frecuencia en la que vives o seguir sufriendo.

- ¿Y cómo lo hago?

- Pidiendo ayuda, perdonándote y perdonando, soltando lastre y comprendiendo que nada es tan importante. Todos vamos a desaparecer. Por eso haz el bien y escucha. Comprende que Dios te ama y te pide que te ames como Él lo hace: desinteresadamente y generosamente.

- Me parece imposible.

- Primero da un paso y luego otro y después otro. Nada que valga la pena sucede rápidamente, solo lo puede parecer. Toma la decisión y ejecútala. No pienses en círculo, actúa con claridad. No temas a equivocarte, lo errores acostumbran a traer encriptadas las enseñanzas necesarias.

- ¿Y si no hago nada?

- Seguirás como hasta ahora hasta el final y es posible que precipites ese final.

- Si tú fueras yo, ¿qué es lo primero que harías?

- Querido, es que yo nunca he sido, ni soy y ni seré tú. Arriésgate, lánzate, ábrete, vive.


Santa Coloma de Gramenet, domingo 20 de marzo de 2022.


lunes, 28 de septiembre de 2020

Historia antes de la nueva Mara I

  

(*) Dibujo de Gertrudis Losada Alva del Ozomahtli mexicano.

- Maestro, ¿por qué no nos unimos a la revolución del pueblo que por fin ha decidido  frenar los excesos depredadores de unos pocos sobre la mayoría y estamos aquí meditando y rezando? 

Desde tiempos inmemoriales el hombre ha hecho intentos nobles por restituir la justicia y la virtud en el poder sobre el mundo. Pero todos han fracasado. Mis maestros me enseñaron que si los pueblos volvían a alzarse contra esos pocos que someten y gobiernan, esperara tranquilo a que todo volviera a comenzar.

- ¿Qué quieres decir?

- Cuando el pueblo triunfe, elegirán a otros pocos para que los guíen y pronto regresarán las viejas dinámicas. Eso si sucede la alegría de la victoria. Si sucede la humillación de la derrota habrá desesperanza y sangre seca por un tiempo.

- ¿Y nosotros qué buscamos?

- Nosotros buscamos nuestra paz de espíritu y nos preparamos para enfrentar el naufragio definitivo con serenidad.

Al discípulo se le cae una lágrima silenciosa del ojo derecho.

- Van a morir muchos.

- Medita, reza, serénate.

- Entonces, maestro, ¿estamos condenados?

- Cuida el jardín de tu espíritu y florecerá una fuerza superior en ti.

- ¿En qué debo depositar la poca esperanza que me queda?

- Al igual que mis maestros, yo deposito mi esperanza en las fuerzas de lo intangible que nos rodean. Ellas son quienes nos gobiernan.

- Así sea.

Y en ese momento la Tierra tembló. Todas las placas tectónicas que conforman los cinco continentes se movieron y se produjo lo que los más antiguos denominaron el Gran Cataclismo. Los mares y los océanos penetraron en las costas arrasando todo a su paso. Nacieron y emergieron cordilleras enteras. El mundo conocido hasta entonces, desapareció, y con él, la mayor parte de los seres humanos. Durante décadas el silencio fue la medicina para un nuevo resurgimiento. Desde entonces, maestros y maestras guardan y transmiten la memoria a las nuevas generaciones para que recuerden y tengan presente qué importa y cuán diminuto es el ser humano con respecto al universo.

Se cuenta que Mara nació a finales de la época antigua y principios de los nuevos tiempos.

Santa Coloma de Gramenet, Septiembre de 2020.

jueves, 30 de julio de 2020

Conversaciones entre la maestra y la joven Mara VII



La primera vez que la joven Mara se aventuró a los caminos del mundo para llevar su palabra y el conocimiento adquirido gracias a toda la tradición de su estirpe, su maestra y su propia experiencia, regresó a la cabaña del lago muy desanimada.
Durante siete días y siete noches apenas habló, apenas comió. Fue al octavo día que se acercó a su maestra que recién había realizado su meditación matinal, al lado de las aguas aquietadas del lago.
- Maestra, creo que el ser humano no tiene salvación.
La maestra soltó una estruendosa carcajada que coronó la cima de la montaña y rebotó entre los árboles en forma de eco.
- ¿Por qué te importa tanto la salvación del ser humano?
- ¿Acaso no es eso para lo que me preparas aquí, maestra?
- Así que crees que eso es lo que hacemos aquí, interesante.
- Entonces, ¿para que me preparas, maestra?
- Para la vida y para la muerte.
- Pero yo creo en lo maravilloso del ser humano.
- Deberías creer también en lo miserable. Somos todo y vamos en el mismo pote.
Mara tiró una piedra al lago con rabia.
- Ansío un mundo sano, con paz y amor, maestra.
La maestra sonrió y le cogió la mano a su discípula.
- Paciencia, Mara, paciencia. Todavía debes aprender a ver más adentro del alma de las personas. Más allá incluso de su aura. Y para eso debes ver más profundo en ti misma.
- Una mujer se acercó a mí tras mi discurso en la plaza de su pueblo. Me preguntó cómo podía curar su tristeza. Le dije que abrazándola y me escupió a la falda. ¿Por qué tiene tanto resentimiento la gente, maestra?
- Hemos comido y bebido mucho veneno durante siglos y ahora supura en estas generaciones. Además, muy pocos son los humildes que se miran como son y se aceptan sin maquillaje.
- ¿Y no hay un camino, una opción?
- Siempre hay un camino. Eso debes tenerlo siempre presente. Quizás sea de las cosas más difíciles de discernir: el camino que nos ha sido dado. Pero cuando se encuentra y se acepta con todas las consecuencias, que quiere decir que te rindes a su mandato, todo está bien.
- No se puede estar siempre luchando, ¿verdad maestra?
- Es mejor caminar. Si te desorientas, te pierdes y algo se manifiesta a tu alrededor para mostrarte de nuevo el camino. De hecho, el verdadero camino está hecho de constantes desvíos. En los desvíos podemos hallar grandes enseñanzas.
- A veces también hay desvaríos, maestra.
- Sí -rió la maestra de nuevo. A veces hay desvaríos. Pero los desvaríos propios suelen ser mecanismos de defensa contra aquello que no sabemos cómo digerir, cómo procesar. Y también son nutritivos para el autoconocimiento, Mara. Conviene escucharlos con calma y con la perspectiva de la distancia. No con la perspectiva del dolor que puedan causar en el momento en que suceden. Ahí hay que atravesarlos lo mejor que se pueda y se sepa.
De pronto, una águila real planeó por encima de las cabezas de la joven Mara y su maestra. La joven Mara observó la majestuosidad del animal con deleite de niña.
- Qué maravilla, maestra, quién pudiera volar como ese águila.
- Los seres humanos sabemos volar, lo que ocurre es que casi nunca estamos dispuestos a hacernos cargo de nuestro propio poder y, sobre todo, de nuestra propia libertad.
- ¿Y eso cómo se hace?
- ¿Qué le dijiste a la mujer que se acercó a ti en aquella plaza?
- Que abrazara su tristeza.
- Abraza tu poder, Mara. Abraza tu poder y prosigue tu camino. Queda tanto por hacer. Queda tanto por celebrar…
- Ah, maestra, qué bueno estar en casa de nuevo.

Santa Coloma de Gramenet, jueves 30 de julio de 2020

martes, 26 de marzo de 2019

La joven Mara y el Puente Sagrado



Para atravesar el Puente Sagrado era necesario ayunar cuarenta días y velar cuarenta noches sin caer en las redes de las Musas Despiertas. Las Musas Despiertas son las que, pasadas las primeras noches, aparecen con el halo de nuestros antepasados y nos tientan a atravesar el umbral de la vigilia para que nuestros sentidos descansen. Sin embargo, Mara seguía con rigor las indicaciones de la maestra y aprovechaba los intervalos de tiempo muerto que se manifestaban en la gruta con oscuridades totales, confiando plenamente en el despertador interior que tanto había trabajado en su entrenamiento con meditaciones y cuencos de bronce a orillas del lago.
Llegado el cuadragésimo día, una grieta enorme se abrió al fondo de la gruta y un haz de luz cegó por un momento sus ojos. Poco a poco fue acomodando su visión al nuevo estado de las cosas. De pronto, la figura de una mujer madura, alta y espigada, con el cabello largo hasta el coxis y una cuerda sujetando lo que parecía una especie de túnica que la envolvía, caminaba con los pies descalzos hacia la joven Mara.
- ¿Quién eres? -preguntó Mara.
- ¿No me reconoces? Tócame.
Mara alargó la mano y la mujer ofreció su vientre liso posando sus manos en la mano derecha de Mara.
- ¿Y ahora? ¿Sabes ahora quién soy?
- ¿La guardiana del Puente Sagrado?
La mujer, conmovida por la inocencia de la joven, se inclinó sobre ella y dejó descansar su cara en el hombro de Mara. De repente, la mujer sopló en el cuello de Mara su aliento cálido y la muchacha escuchó la voz de su madre: ¡Mara! ¡Mara, ven aquí, deja de perseguir al gato!
- ¡Tú eres yo! -se sorprendió Mara apartándose de la mujer.
- Una posible tú, guardiana del Puente Sagrado, sí.
- ¿Y qué hago aquí?
- Elegir. No todo el mundo puede cruzar el Puente Sagrado.
- ¿Adónde conduce?
La mujer echó una carcajada, cogió de las manos a la joven Mara y empezó a girar y girar y girar con ella a una velocidad en la que se perdía de vista la realidad envolvente.
- Mara, estás aquí para recibir el mensaje. Debo acompañarte a cruzar el Puente Sagrado, recoger el anillo y devolverte a la cabaña del lago. Pero para eso debes entrar dentro de mí, nadie puede saber que somos muchas. ¿Lo has entendido?
- ¿Y cómo lo hago?
- Ahora pararé, tú cerrarás los ojos y te dejarás llevar.
Mara quedó quieta y de pie. Su cabeza daba vueltas, pero el hormigueo de su cerebro se parecía más a una caricia que a un hervor de hormigas. Cerró los ojos y escuchó un canto antiguo que nacía de su propio ombligo y subía hasta sus cuerdas vocales. El canto la empujó a caminar hacia delante. Cuando estuvo frente a la mujer, se fundió con ella desapareciendo en sus entrañas. La guardiana del Puente Sagrado regresó por la apertura de la grieta al lugar de donde había venido.

La maestra zarandeó de nuevo a la joven Mara.
- ¡Mara, Mara! ¡Ahora tienes que volver! ¡No puedes quedarte ahí!
Mara abrió los ojos muy despacio, como si los tuviera pegados por los párpados y lo primero que vio fue el pelo canoso y recogido de su maestra.
- ¡Maestra, qué alegría!
- El médico te desahució, joven Mara, pero yo le dije que se equivocaba, que esas fiebres eran de crecimiento. ¿Dónde has estado?
- Pues creciendo, maestra -contestó entre risas y toses la joven Mara.
- Con la de cosas que te están esperando, Mara, por Dios... Ha habido momentos en que he dudado, momentos en que pensé que no volverías, pero luego me iba al lago a rezar y, ¡Dios mío, qué alegría! Aquí estás, mi pequeña.
- Mira lo que he traído.
La joven Mara le mostró la mano izquierda a la maestra, donde lucía el anillo que le había sido entregado al cruzar el Puente Sagrado. La maestra sonrió. Lo había logrado.
- Maestra, no recuerdo nada, solo la grieta, la luz y esa mujer grande y hermosa que éramos una misma.
- Querida niña, todo lo que ocurre cuando se atraviesa el Puente Sagrado y se recibe la bendición, regresa al baúl del otro lado. Hay secretos que no pueden ser revelados hasta que una gran parte de la humanidad esté preparada para recibirlos y alcanzar un nuevo estadio. Para eso estamos aquí.
- ¿Quieres decir que lo que he aprendido no sé que lo sé pero lo tengo que entregar a lo largo de mi vida porque tiene que ver con mi misión?
- Más o menos.
- Vaya. Pero ha habido tantas Maras antes que yo que han decaído y no han sido capaces de superar los obstáculos...
- Todas han contribuido a tu llegada, querida. Un testigo se regala a otro testigo y así sucesivamente hasta el infinito que un día será finito y habrá paz. No importa el tramo recorrido, importa pasar el testigo.
- Gracias por entregarme tú el tuyo, maestra.
- Solo estoy cumpliendo con mi cometido.

Se cuenta que Mara fue bendecida con el don de la inocencia incólume, esa inocencia que pase lo que pase consigue mantener el corazón lleno de amor incondicional. Los que acudieron a sus actos, escucharon sus poemas, alabaron sus canciones o leyeron sus textos originales, cuentan que su aspecto era el de una mujer completamente natural, pero que sin embargo cuando tenías el privilegio de mirarla a los ojos, el corazón te susurraba cómo encontrar el camino de la paz interior.



Santa Coloma de Gramenet, lunes 25 de marzo de 2019

(*) Acuarela de Gertrudis Losada Alva